Mi Cali Actual

Wednesday, February 15, 2006



Los atentados al alumbrado público están oscureciendo nuestra ciudad. El pasado lunes 13 de febrero en el sector de Cristo Rey, se detonaron varios artefactos explosivos con el fin de volar una torre de conducción de energía. Según diferentes fuentes, este ataque vendría a constituir el quinto atentado contra dicha infraestructura (identificada como la torre 25). Aunque el fluido eléctrico no se interrumpió, el reparo de la obra tardará un buen tiempo; además, los habitantes del sector temen por la situación de inseguridad que las detonaciones representan. La repetición de esta clase de atentados y la falta de respuesta oportuna por parte de las autoridades han generado un ambiente de inconformiso y temor entre los habitantes de las laderas altas de Siloé y en los sectores aledaños.

Pero la oleada de vandalismo no solo repercute en estos lugares de la Cali. Las más de 300 bombillas que se roban del alumbrado público cada mes, están dejando a media luz "al menos 600 sectores de la ciudad"*. El hurto de luminarias afecta los estratos del 1 al 6, y representa un estancamiento en la mejora de la infraestructura caleña, ya que debido los gastos que se deben hacer por la reposición de los bombillos, no se puede invertir en la ampliación del alumbrado a diferentes zonas rurales de Cali que carecen de él.

Los atentados al alumbrado público (bombas, hurto, etc.), dan cuenta de las falencias de los diferentes estamentos sociales de la ciudad. Por un lado tenemos a la sociedad civil con su carencia de civismo, con su falta de conciencia ciudadana y de compromiso con su propio entorno. Y por el otro, encontramos a los entes gubernamentales, a las autoridades encargadas del control y de la seguridad del espacio caleño que la gran mayoría de las veces están ausentes en el momento de instaurar orden.

La luz de Cali se está apagando. No tanto por los ataques a las torres de energía, ni por los más de 600 sectores de la ciudad que están a media luz por el hurto de luminarias. Sino porque estos actos en sí están apagando la alegría y la paz de los caleños. La inseguridad en los mismos sectores donde la gente vive, el temor que se acrecienta por los actos terroristas de desconocidos que invaden los espacios, la necesidad de más fuerza pública para instaurar orden, la posible carencia de energía por los atentados de vandalismo, son solo unos de los muchos factores que inciden en la sensación de insatisfacción de muchos caleños, que pierden cada vez más la esperanza de alcanzar una ciudad mejor.

Es necesario que Cali vuelva a alumbrar al país entero, así como una vez lo hizo hace unas 3 o 4 décadas. Brillaba por su lustre de civismo y educación; era una ciudad ejemplo para el resto de Colombia. Pero encender la llama caleña no es fácil. Es una tarea larga que debe alcanzar un grado de conciencia por parte de todos y cada uno de los residentes de esta ciudad, en el que cada quien se comprometa con su entorno y busque instaurar mejoría a partir de sus hogares propios. Sólo el dialogo, la paciencia y la educación serán los elementos que podrán afianzar la recuperación de la Cali dañada que tenemos hoy en día. La pizca de civismo que hace falta debe nacer de nosotros mismos y darse a conocer con hechos, para que se vaya contagiando entre congénitos, amigos y conocidos. Esa propagación generará cambios anímicos en quienes nos rodean, y una buena energía da lugar a buenos hechos.
No dejemos que nos apaguen la ciudad tan fácilmente.

* El País. Edición miércoles, 15 de febrerdo de 2006.

1 Comments:

Blogger Jorge Manrique Grisales said...

En estos dos párrafos se concentra la fuerza del comentario:

Los atentados al alumbrado público (bombas, hurto, etc.), dan cuenta de las falencias de los diferentes estamentos sociales de la ciudad. Por un lado tenemos a la sociedad civil con su carencia de civismo, con su falta de conciencia ciudadana y de compromiso con su propio entorno. Y por el otro, encontramos a los entes gubernamentales, a las autoridades encargadas del control y de la seguridad del espacio caleño que la gran mayoría de las veces están ausentes en el momento de instaurar orden.

La luz de Cali se está apagando. No tanto por los ataques a las torres de energía, ni por los más de 600 sectores de la ciudad que están a media luz por el hurto de luminarias. Sino porque estos actos en sí están apagando la alegría y la paz de los caleños. La inseguridad en los mismos sectores donde la gente vive, el temor que se acrecienta por los actos terroristas de desconocidos que invaden los espacios, la necesidad de más fuerza pública para instaurar orden, la posible carencia de energía por los atentados de vandalismo, son solo unos de los muchos factores que inciden en la sensación de insatisfacción de muchos caleños, que pierden cada vez más la esperanza de alcanzar una ciudad mejor.

Recuerda que la posición que se asumen frente a los hechos debe encabezar la columna de opinión.

La columna está dividida en datos y en comentario... Hay que hacer una mezcla equilibrada de estos dos elementos.

4:59 PM  

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